1

...Lo decidieron esa misma noche, antes de que terminara el funeral: el Oso debía salir de Bariloche cuanto antes. El caso no se había cerrado todavía y la cana sospechaba de él. Podían caerle encima en cualquier momento.
...Ahí nomás le armaron el bolso y lo llevaron a la Terminal. Nadie le preguntó su opinión, ni a él se le ocurrió hacer la menor protesta.
...—Acá te anoto la dirección de un amigo. Te vas a quedar con él por un tiempo.
...Se hizo todo de la manera más discreta, para no levantar sospechas entre los asistentes al velorio. De sus siete hermanos y hermanas, sólo Pascual y Roberto sabían adónde iba a ir. A la Madre le dijeron solamente que iba a estar lejos por un tiempo, nada más, no sea que sin querer fuera a meter la pata delante de algún chismoso.
...Cuando se despidieron ella lo abrazó y le dijo:
...—Cuidesé, Andresito. Abriguesé bien antes de salir.
...—Sí, mamá.
...—Rece todas las noches antes de irse a dormir, m’hijo, y no se junte con gente mala.

2

...Don Artemio, el papá de Andrés, había muerto el día anterior, de un ataque al corazón.
...Nadie se lo esperaba, el viejo tenía una salud de hierro. Un mes antes se había hecho un chequeo y le dio todo fenómeno: 12-8 de presión, 98 de glucosa, 160 de colesterol... Don Artemio no fumaba, no tomaba alcohol, se pegaba sus buenas caminatas dos veces al día por el parquecito que está frente a los monoblocks.
...Serían poco más de las 10 cuando volvió de su paseo matinal, envuelto en su bufanda a cuadros, con el perro tironeando de la correa.
...Don Artemio llegó, como siempre, de pésimo humor, protestando y quejándose de todo. Don Artemio se quejaba de los vecinos, que sacaban la basura fuera del horario establecido. Del gobierno, que eran todos una manga de ladrones sin vergüenza. Don Artemio se quejaba del tráfico, de la vida, del viento helado del otoño y del maricón del perro, que en el camino se había dejado apurar por un chihuahua.
...—Pedazo de boludo. Grandote al pedo. No sé para qué...
...Don Artemio se quedó de pronto en silencio. Se llevó la mano al pecho y cayó.
...La ambulancia del Servicio Privado de Emergencias llegó a toda velocidad, derrapando en las esquinas, una hora y cuarenta y cinco minutos después del primer llamado. Bajaron el chofer y uno de los camilleros. El otro se quedó en la cabina, cuidando que no les hicieran el estéreo: una precaución extra que tomaban cada vez que venían para El Alto.
...El Oso se enteró cuando volvió del trabajo. Ya antes de trepar el último tramo de escaleras se dio cuenta de que algo pasaba. La puerta del departamento había quedado abierta. Una vecina a la que apenas conocía salió y le dijo:
...—Querido, lo lamento tanto...
...Andrés temió lo peor: una tragedia, un accidente. Los rostros de sus seres queridos desfilaron como en una ruleta rusa frente a él: su sobrinita Camila, su mamá, Pascual, Roberto, Fatiga, alguna de sus hermanas...
...¿Se atrevería más tarde a confesar que ni siquiera se le ocurrió pensar en su papá, y que casi se sintió aliviado cuando supo que le había tocado a él?

3

El servicio se llevó a cabo en la cochería de la calle Vice-Almirante O’Connor, sala número 3, justo al lado del local de venta de artículos de goma.
...Los deudos comenzaron a llegar desde temprano. Colegas del difunto, vecinos, parientes lejanos... Un desfile de gente a la que Andrés no vio jamás en su vida. Hay jóvenes, viejos, mujeres con bebés. Todos llegan muy serios, con gesto compungido, aunque al encontrarse con gente a la que no vieron en mucho tiempo surgen charlas de lo más animadas.
...—Quería cambiármelo pelo a pelo por el Falcon. ¡Ni loco!
...—¡Qué amor! ¿Qué tiempo tiene?
...—¿Y el viernes a la noche, qué tenés que hacer?
...La Madre está apostada en la entrada de la pieza donde colocaron el cajón. Recibe las condolencias de los recién llegados, les informa brevemente a qué hora falleció su marido y en qué circunstancias. Las hermanas del Oso reparten café en vasos descartables.
...El círculo de familiares y amigos más íntimos toma mate en la cocina. A no ser por el féretro y las coronas, uno podría pensarse que está en un departamento igual a cualquier otro.
...—¿El baño, dónde está?
...—Es la puerta de acá al lado.
...Nadie llora, nadie reza. El difunto, Dios lo perdone, nunca fue un hombre demasiado cariñoso. Todo lo contrario. Siempre de mal humor, siempre enojado, con una habilidad especial para encontrar defectos en todos los que lo rodeaban. Un hombre duro, hipercrítico, capaz de tirar abajo las mejores ilusiones con un comentario sarcástico o una mueca de burla.
...(...) A juzgar por la asistencia el velorio resultó todo un éxito. Hacia la medianoche son tantos que muchos deben esperar en la vereda. Un cura y un pastor pasan a presentar sus respetos, aunque el difunto nunca tuvo otro dios que la televisión por cable, ni más religión que cambiar los canales con el control remoto.

12

...La sala de espera de la Terminal está casi desierta. Ni el kiosco ni el bar abrieron todavía. Por la pared vidriada se ven estacionados solamente dos micros: un Chevallier de dos pisos, con el motor apagado, y un minibús de la empresa Algarrobal, con un cartel que dice:

VILLA LA ANGOSTURA

Pascual y Roberto lo decidieron, después de deliberar un rato junto al cajón. Si lo que Fatiga les contó era cierto no había un minuto que perder.
...—Dale, Gordo. Mové las cachas.
...Una de las hermanas le trajo de casa un bolso con lo indispensable y ahí nomás Roberto lo llevó en la Traffic de la Iglesia.
...—Te va a gustar —dice su hermano—. Es un lindo lugar. Un pueblo chico, la gente es muy buena.
...—¿Conocés?
...—Fuimos varias veces con el Pastor a predicar.
...Parece el escondite ideal. Lejos y cerca a la vez. Ochenta kilómetros, apenas, al otro lado del Lago, aunque en otra provincia, con otra jurisdicción policial.
...Y, al mismo tiempo, suficientemente cerca como para ir de vez en cuando a verlo y fijarse en qué andaba. Andrés es un buen pibe, pero de voluntad un poco débil, demasiado fácil de influenciar.
...—Hay que tenerlo cortito —decía Pascual—. Vigilarlo de cerca, darle un tirón de huevos si hace falta.

20

...—¿El hermano de Roberto? Adelante, bienvenido.
...Andrés tiene que inclinarse para no darse un cocazo contra el marco. El ranchito es humilde pero cálido. Una olla borbotea sobre la cocina económica. Flota en el aire un aroma dulzón.
...—¡Papá! ¡Ya llegó!
...El hombre está sentado en un viejo sillón, con las piernas cubiertas por una frazada. Trata de ponerse de pie, pero no lo consigue. Cada movimiento, cada palabra parecen costarle un esfuerzo supremo.
...—Se me dio güelta el tablón y me juí p’atrás, compadre. Me pasé a llevar una pila de bloques que estaba ahí abajito. Me la dí justo en las costillas, pues...
...Fernando hace un gesto de sufrimiento, como si el sólo recordarlo le reavivara el dolor.
...—Quédese tranquilo, papá —le dice Javiera, que no habla con acento chileno.
...La chica retira de la hornalla una pava negra y abollada. Le sirve a Andrés un mate calentito.
...—¡Perdón! Me olvidé de preguntarle si lo toma amargo o dulce...
...Andrés le dice que así amargo está bien.
...—Igual que su hermano —dice Javiera, y sonríe bajando la vista.
...Es una muchacha petisa y cuadradota, con el pelo atado en un rodete y un pollerón negro largo hasta los tobillos. En la mejilla derecha lleva la cicatriz de una horrible quemadura, que se extiende casi hasta el párpado de abajo.
...Cuando Andrés le devuelve el mate ella baja la vista y hace un gesto resignado, como si tratara de decirle: “Y sí, tengo la cara toda quemada, qué se le va a hacer...”

21

...La Chica le muestra el lugar donde va a dormir. Un altillo al que se accede por una escalera de albañil apoyada en el frente de la casa. La única entrada es una ventanita por la que su corpachón apenas pasa.
...—Por acá, por favor.
...El lugar no es mucho más grande que una cucha de perro. Las pendientes del techo forman un triángulo en el que apenas hay lugar para una cama.
...—Espero que le guste. No es ningún lujo, pero se lo ofrecemos de corazón.
...Javiera lo trata de usted, aunque deben tener más o menos la misma edad.
...—Es muy lindo —dice Andrés—. Muchas gracias.
...No es más que un sucucho sombrío, es verdad, pero para él está muy bien. Después de haber pasado más de una noche en el piso helado de una comisaría, o en pabellones donde no sabía si iba a llegar vivo al día siguiente, tener un lugar como este para él solo resulta todo un lujo.
...El Oso deja el bolso a un costado y se sienta sobre la cama.
...—Muchas gracias —repite.
...Tiene ganas de decir algo más, pero no se le ocurre qué. Javiera sonríe, de pie junto a él, restregándose las manos.
...—Cualquier cosa que necesite, digamé. No tenga vergüenza.
...No se va. Sigue sonriendo, pobrecita, con su mirada bondadosa y el cachete quemado como un churrasco. Andrés trata de sonreír él también, y le sale una mueca a mitad de camino.

© Emilio Di Tata Roitberg, 2009.
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